Miguel Ángel Flores: la poesía, la traducción, el gusto por la vida

por Víctor M. Navarro

El pasado jueves 18 de enero el escritor Bernardo Ruiz daba a conocer el fallecimiento de Miguel Ángel Flores, de inmediato el asombro, la incertidumbre y la tristeza del medio literario se hicieron patentes. A todos nos dolía hasta la masmédula la muerte del poeta.
Miguel Ángel Flores estudió Economía en el IPN (Instituto Politécnico Nacional), muy joven se inició en el periodismo cultural y se dedicó a la investigación literaria, era profesor en la Universidad Autónoma Metropolitana.
Además de libros de crítica y periodismo cultural, entre su poemarios destacan Contrasuberna (1981), Sombra de vida (1986), Isla de invierno (1996), Yo cuervo (2012), publicó reseñas, ensayos y poemas en innumerables revistas culturales del país y el extranjero.


Contrasuberna obtuvo el Premio Nacional de Poesía en 1980, fue publicado un año después por la editorial Joaquín Mortiz en ese mismo año escribí la reseña de libro, la cual se publicó en Sábado, suplemento cultural del diario unomásuno, poco después conocí a Miguel Ángel, desde entonces siempre amistad, literatura, poesía, tragos, comidas, presentaciones y la convivencia en su esplendor, su sentido del humor, su amor por la lectura y la escritura, su regocijo no podían sino convocar momentos de intermitencia vital.
Por temporadas dejábamos de vernos, sin embargo cada encuentro era un festejo, lo vi el año pasado en la Feria del Libro de Minería, junto con los autores queretanos Miguel Aguilar Carrillo y Federico de la Vega departimos en un restaurante del Centro Histórico, literatura, bromas, vida, Lo encontré a finales del año en las afueras del Palacio de Bellas Artes, quedamos de vernos para platicar y convivir…recuerdo uno de los poemas que tengo subrayado.

CENIZAS Y VIENTO

No está en el sueño del poeta
rendirse antes de entregar todas su sílabas.
Lejano se piensa el crepúsculo
cuando la gota de miel se derrama sobre el día.

Pero siempre se debe ceder el lugar
al que detrás viene.

La hoja no vuelve jamás a la rama
de la que se desprende.

Entonces.
que nos conceda la inmortalidad
por la gracia de la poesía.

Luego no lloren,
no derramen lágrimas
por que entrega su rostro a la muerte.

Ya bastante dolor
es recibir sepultura en esta tierra
que el hombre envilece.

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